Una fiesta de la Iglesia universal, mediante la cual se conmemora la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo; en el antiguo festival judío se llamaba “ Fiesta de las Semanas” o Pentecostés (Éx. 34,22; Deut. 16,10). Se llama whitsunday debido a los ropajes blancos que usaban los bautizados durante la vigilia; Pentecost (“Pfingsten” en alemán), es la palabra griega para “quincuagésimo” (día después de Pascua).
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Pentecostés, como una fiesta cristiana, se remonta al siglo I, aunque no hay evidencia de que fuese observada, como es el caso de la Pascua; el pasaje en la 1 Corintios (16,8) probablemente se refiere a la fiesta judía. Esto no es sorprendente, pues la fiesta, que originalmente duraba un sólo día, caía en domingo; además estaba tan estrechamente unida a la Pascua que parece ser no mucho más que la terminación del tiempo pascual.
Pentecostés, de Jean Restout
El hecho de que Pentecostés pertenece a los tiempos apostólicos aparece establecido en el séptimo de los fragmentos (interpolados) atribuidos a San Ireneo. En Tertuliano (Sobre el Bautismo, 19) la fiesta aparece ya como firmemente establecida. El peregrino galicano, da un relato detallado de la forma solemne en que esta fiesta era observada en Jerusalén (“Peregin. Silvae”, ed. Geyer, IV). Las Constituciones Apostólicas (Libro V, Parte XX) dice que Pentecostés duraba una semana, pero en Occidente no se celebró con la octava sino hasta fecha posterior.
De acuerdo a Berno de Reichenau (m. 1048) parece que en su época fue un punto controversial si Pentecostés debía tener una octava. En la actualidad la fiesta tiene un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua. Anteriormente, se bautizaba durante la vigilia a los catecúmenos que quedaban de la Pascua; en consecuencia, las ceremonias del sábado eran similares a las del Sábado Santo.
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El oficio de Pentecostés tiene sólo un nocturno durante toda la semana. En tercia se canta el “Veni Creator” en lugar del himno usual, debido a que el Espíritu Santo descendió a la tercera hora. La Misa tiene una secuencia, de “Veni Sancte Spiritus”, cuya autoría algunos le atribuyen al rey Roberto de Francia.
El color de las vestimentas es rojo, que simboliza el amor del Espíritu Santo o de las lenguas de fuego. Anteriormente los tribunales de justicia no funcionaban durante la semana entera y se prohibían los trabajos serviles. El Concilio de Constanza (1094), limitó esta prohibición a los primeros tres días de la semana. El descanso de martes fue abolido en 1771, y en muchos territorios de misión también el del lunes; este último fue abrogado para toda la Iglesia por el Papa San Pío X en 1911. Todavía, como en Pascua, el rango litúrgico de lunes y martes de Pentecostés es un doble de primera clase.
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En Italia era costumbre esparcir pétalos de rosas desde el techo de las iglesias para recordar el milagro de las lenguas de fuego; de ahí que el domingo de Pentecostés es llamado Pascha rosatum en Sicilia y en otras regiones italianas. El nombre italiano Pascha rossa proviene de los colores rojos de las vestimentas usadas en Pentecostés. En Francia era costumbre el toque de trompetas durante el servicio divino, con el objeto de recordar el sonido del poderoso viento que acompañó el descenso del Espíritu Santo.
En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. En la actualidad el festival de “Whitsun Ales” o jaranas está prácticamente obsoleto en Inglaterra. En estas jaranas de Pentecostés se representaban dramas. En las vísperas de Pentecostés, en las Iglesias Orientales se realizaban servicios extraordinarios de genuflexión, acompañados por largas oraciones poéticas y Salmos (cf Maltzew, “Fasten-und Blumen Triodion”, p. 898 en donde se da el servicio greco-ruso completo; cf. también Baumstark, “Jacobit, Fest Brevier”, p. 255). Para los festejos de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.
Tiempo de Pascua.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del
cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron
aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno.
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno
en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra.
Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía
hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno
los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea,
Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia
que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos;
también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en
nuestra propia lengua.
Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13
Hermanos :
Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor;
y hay diversidad de funciones,
pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros,
y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un
solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.
Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-23.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Tiempo de Pascua.
Lectura del Libro del Génesis 11, 1-9.
Toda la tierra hablaba una sola lengua con las mismas palabras. Al emigrar (el
hombre) de Oriente, encontraron una llanura en el país de Sinaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros.
—Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos (emplearon ladrillos en vez de piedras, y
alquitrán en vez de cemento).
Y dijeron:
—Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos
famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres y se
dijo:
—Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su
actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir
su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y
desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Salmo responsorial Sal 103, 1-2a. 24 y 35c. 27-28. 29bc-30
V/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya).
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena
de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas y la atrapan,
abres tu mano y se sacian de bienes.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 22-27.
Hermanos :
Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de
parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en
nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve, ya no es esperanza.
¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve?
Cuando esperamos lo que no vemos, esperamos con perseverancia.
Así también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no
sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos inefables.
El que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión
por los santos es según Dios.
Aleluya
Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu
amor.
Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 7, 37-39.
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús en pie gritaba:
—El que tenga sed, que venga a mí;
el que cree en mí que beba.
(Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de
agua viva.)
Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los
que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque
Jesús no había sido glorificado.
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